Educadores Familiares

EDUCADORES FAMILIARES

La Orientación Familiar ha experimentado la escasez de estudios sobre el ámbito familiar, las dificultades por las que atraviesa la familia actual y la variabilidad del contexto social que somete a la familia a continuas adaptaciones, nuevas actitudes, nuevos enfoques, nuevos modos de elaborar las propias experiencias…

La orientación familiar empieza a tomar protagonismo. Se considera entonces que la educación de los padres requiere de antemano un adecuado conocimiento del sistema familiar como grupo humano y sistema de comunicación interpersonal, así como obtener datos precisos de cada familia en particular.

La acción orientadora puede variar dependiendo del enfoque teórico al que se adscriba cada profesional. RIOS GONZALEZ, J. A., prestigioso y reconocido terapeuta familiar en su «Manual de Orientación y Terapia Familiar» señala lo que debe ser la orientación familiar:

– El proceso de maduración personal dependerá de cómo se planteen y desarrollen las relaciones entre los distintos miembros del sistema familiar.

– Dichas relaciones, aún teniendo en cuenta las características individuales de cada sujeto, configuran un determinado estilo que explica el modo de progresar hacia la madurez personal y la integración social en sus distintas modalidades.

– El planteamiento sistémico resalta que todo está relacionado, niegan la validez o cualquier intento de explicar un fenómeno como algo aislado.

– Esto hace que observemos el comportamiento y el proceso de maduración como el resultado de interacciones y circularidades que tienen lugar en el interior de un sistema. En este caso, en el interior del sistema familiar que se analiza y observa.

– El planteamiento sistémico no centra la orientación familiar en el seguimiento individual de un sujeto concreto que se presenta al orientador como «problema», sino que va a centrarse en el estudio del «sistema relacional» del que forma parte ese sujeto señalado como conflictivo, difícil o problemático.

– Consecuentemente, el orientador familiar no sólo ha de conformarse con diagnosticar la situación personal individualizada de un educando, sino que tratará de profundizar en las apariencias que le muestran los padres o profesores-educadores (ya sean «comportamientos anormales», «trastornos de aprendizaje», «dificultades de adaptación», «síntomas de apariencia psicopatológica», «síndromes encuadrados generalmente en la patología»… ) tienen como lenguaje cifrado que obedece a un código con el que se transmite un significado comunicacional en el ámbito de ese sistema relacional concreto.

– El orientador familiar tiene como tarea o función desenmascarar la relación que mantiene a un individuo del sistema familiar como el «conflictivo», el «difícil», el «problemático»… Estos síntomas se achacan con frecuencia a los más jóvenes o adolescentes (aunque vale también para conductas adultas). El profesional de la orientación ha de efectuar una nueva descripción de las conductas individuales del sujeto-paciente, en términos de relaciones interpersonales plagadas de comunicaciones simultáneas en diversos niveles.

– El orientador en cuanto experto debe tener en cuenta que tanto el diagnóstico como el seguimiento o terapia posterior se hagan teniendo en cuenta los elementos relacionales implícitos.

– La familia, desde esta perspectiva, se mostrará como un terreno en el que tiene lugar determinadas reglas para mantener estilos, introducir cambios o defender posiciones que se estiman inamovibles.

– El orientador familiar, ha de ser un experto en descubrir las reglas del juego sistémico que pone en práctica una familia concreta. La orientación familiar tendrá mucho de estrategia, para actuar sobre tales reglas y modificar la interacción que dificulta el desarrollo personal de sus miembros. Igualmente, deberá conocer las técnicas que facilitan los cambios en la estructura del sistema si es que con ellos se favorece el progreso de cada miembro y del grupo familiar como elemento dinamizante y de maduración (Ríos González, 1994: 31-32).

La Orientación Familiar (O.F) se entiende como la utilización de recursos a través de los cuales apoyar y reforzar la realización de la «area educativa y maduradora» de la familia, durante un proceso continuo. También tiene como objetivo fomentar determinadas capacidades (por ejemplo: las relaciones, cómo interactúa la familia, crear vínculos sanos y eficaces) que ayuden a los miembros de la familia de forma individualizada.

Ríos González define la O.F como «el conjunto de técnicas, métodos, recursos y elementos encaminados a fortalecer los vínculos que unen a los miembros de un sistema familiar para que puedan alcanzar los objetivos que tiene la familia como agente o institución educativa» (Ríos González, 1984).

El contenido fundamental de la Orientación Familiar se basa en la ayuda técnica que se le proporciona a la familia. Como hemos podido observar esta ayuda variará dependiendo de la situación por la que esté pasando la familia, yendo desde una ayuda más educativa o de asesoramiento, niveles en los que normalmente las familias poseen capacidad para resolver sus dificultades pero necesitan de la orientación del profesional en algunas cuestiones; a una terapéutica, en la que el sistema familiar. se encuentra en una situación extrema o desequilibrante y normalmente no son capaces de elaborar una solución que les permita cambiar y mejorar.

Todas las familias se rigen por una serie de reglas que le permiten avanzar y evolucionar hacia una continua apertura, en la que el equilibrio (homeostasis) entre los factores estables (morfoestáticos) y los factores que son susceptibles de cambio (morfogenéticos) hagan posible el progreso de todos los miembros del sistema familiar.

Aquella persona que quiera trabajar con familias ha de tener en cuenta un aspecto muy importante relacionado con el párrafo anterior. Sabemos que las familias están sujetas a cambios, por ello es fundamental saber y precisar con la mayor exactitud posible, qué es lo que cambia en ella y qué es lo que se mantiene, es decir, aquello que le proporciona estabilidad y permanencia y aquello que le provoca cambios.

En todas las familias nos vamos a encontrar una serie de factores fijos (temas comunes y universales) que siempre se van a dar y que luego cada una adecuará a su particular modo de vida. La función del Educador será clarificar y hacer presente en la orientación dichos factores.

El educador debe tener en cuenta algunas cuestiones:

– La resistencia de la familia a la orientación. Ocurre sobre todo al inicio de ésta que es cuando hay mayor grado de reticencia (esta característica dependerá del tipo de familia, el motivo o causa, el tiempo, la economía, las relaciones…).

– La neutralidad del orientador. El orientador debe hacer ver a la familia que «está con todos pero con ninguno en particular». Para trabajar con la neutralidad, es fundamental que el orientador conozca y tenga muy presente cuáles son sus valores y cuáles son los valores con los que se mueve la familia. En estos casos los valores del Educador han de servir para suscitar eficacia en la familia y no controversia.

Este conjunto de fenómenos constituyen lo estable de la institución familiar. Y sobre ello es sobre lo que ha de actuar el Educador Familiar.

Entre las instituciones más significativas del entorno social de la familia y con las que necesariamente ha de compartir funciones, son la educativa y la sanitaria; no obstante y por diversos motivos, como por ejemplo, la satisfacción de necesidades esenciales a los más desfavorecidos, incluimos también los Servicios Sociales. En su conjunto, dichas instituciones, forman parte de la Política de Bienestar Social en nuestro país.

Esta institución social hace referencia a un conjunto de personas que cooperan con el fin de conseguir unos objetivos propios, intercambiando acciones que estructuran tanto a las instituciones como a las personas.

España dispone de un Sistema Público de Servicios Sociales dirigido a la cobertura de necesidades sociales y configurado por prestaciones y servicios de la Administración del Estado, la Administración de las Comunidades Autónomas (nivel regional) y las Corporaciones Locales (nivel municipal). Una visión esquemática-histórica del Sistema de Servicios Sociales en España hasta la Constitución es la siguiente:

– Etapa de Beneficiencia 1812-1890.
– Etapa de Previsión Social 1890-1963.
– Etapa de Seguridad Social 1963-1978.

Los Centros de Servicios Sociales constituyen el equipamiento básico para la atención social, tanto a nivel individual/ familiar, como para el desarrollo de programas comunitarios. En ellos se llevan a cabo los programas, servicios y prestaciones propios del primer nivel de atención o «Servicios Sociales Generales». Cada Municipio de más de 20.000 habitantes dispone de un Centro de estas características.

Existen otros Centros y Servicios para la atención de sectores y colectivos con problemas sociales específicos (personas sin hogar, drogodependencias etc.), denominados genéricamente «Servicios Sociales Especializados», que constituyen el 2º nivel de atención.

1. CARACTERÍSTICAS Y TIPOS DE FAMILIAS USUARIAS DE LOS SERVICIOS SOCIALES

Los Servicios Sociales han evolucionado desde un modelo de «caridad», donde el derecho no es la opción social, sino el asistencialismo debido a la precariedad social, que se caracterizaba por ser una acción puntual, auxiliar y no proyectada y, por no generar ningún tipo de derecho en quien recibe la ayuda y, ninguna obligación por parte de quien la presta, hasta un modelo de «bienestar social» que se caracteriza por el derecho a satisfacer las necesidades básicas, y en el cual las acciones son dirigidas a toda la población, de manera prevista y planificada.

Entendemos por tanto que los Servicios Sociales son los instrumentos de atención social de que disponen la sociedad y los poderes públicos para dar respuesta a las necesidades de individuos, grupos o comunidades para la obtención de un mayor bienestar social y alcanzar así mejor calidad de vida, tanto a nivel individual como colectivo.

En breves palabras podemos resumir, de lo dicho hasta el momento a los Servicios Sociales como, la institución municipal que tiene como misión promover el desarrollo integral, la igualdad social y la mejora de la calidad de vida de la población, con atención preferente a aquellas situaciones de especial necesidad, mediante el desarrollo armónico y equilibrado de los servicios sociales municipales, en coordinación con otras áreas de intervención pública y la iniciativa social.

1.1. Funciones y características principales de los Servicios Sociales

Sus funciones principales son desarrollar los ámbitos de actuación que en materia de Servicios Sociales competen al Ayuntamiento y que en esencia son:

– ATENCIÓN: Escucha y promoción del bienestar de la familia y las unidades de convivencia alternativa, con el objetivo de prevenir y paliar el déficit social.
– INFORMACIÓN: Asesoramiento a toda la ciudadanía en cuanto a sus derechos sociales y los medios existentes para hacerlos efectivos.
– PROMOCIÓN: Impulso del bienestar de la infancia, la adolescencia y la juventud, con el objetivo de contribuir a su pleno desarrollo personal, especialmente en aquellos casos en los que exista un alto riesgo social
– NORMALIZACIÓN: Atención y promoción del bienestar de las personas mayores, para regularizar y facilitar  las  condiciones de vida que contribuyan a la conservación de su plenitud e integración social
– INTEGRACIÓN: Cuidado y atención a las personas con discapacidad así como su unificación social, a fin de conseguir su desarrollo personal y la mejora de su calidad de vida
– PREVENCIÓN de las drogodependencias. Prevención y eliminación de cualquier discriminación por razón de raza, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social
– AYUDA: Asistencia en situaciones de emergencia social
– PREVISIÓN: Perspectiva y análisis de otras situaciones de necesidad, atención y ayuda a las personas que por otros motivos de importancia social lo precisen y la lucha contra cualquier tipo de marginación social.

La función PRIMORDIAL de los Servicios Sociales es dar respuesta a una serie de necesidades que son sentidas como reales por la población. De dicha función podemos extraer las siguientes características/necesidades:

Como Educadores Familiares, en el momento que tengamos que intervenir en el ámbito de las familias en situación de riesgo social, tenemos que tener muy en cuenta todas estas necesidades.

Haciendo referencia, a la última de las necesidades aludidas, la de subsistencia, tenemos que partir de que existen personas que por sí mismas, debido a diversas circunstancias, como puede ser, la falta de vivienda o la falta de alimentación, no son capaces de mantenerse por si mismas y necesitan la ayuda y el apoyo de instituciones como son los Servicios Sociales.

Por otro lado, la necesidad de participación hace referencia a que las personas deben de ejercer como ciudadanos debiéndoles facilitar el acceso a foros de representación, así como su reconocimiento como tal.

Un problema dentro de este apartado, no sólo en lo que compete a la necesidad de subsistencia y a la de participación,  es la falta de desconocimiento; muchas familias sienten la necesidad de información y de accesibilidad, debido a que desconocen la existencia de recursos y de cómo poder acceder a ellos.

1.2. Familias usuarias de los Servicios Sociales

Las familias usuarias de los Servicios Sociales varían en función de los programas o servicios que se presten los mismos.

Como Educadores Familiares, nos interesa conocer sobre todo:

1.2.1. Familias que atraviesan por dificultades en las relaciones entre sus miembros

Suelen ser familias atendidas por un equipo de profesionales que prestan apoyo a través del Servicio de Prevención e Intervención Familiar y que frecuenta a estar compuesto, en la mayoría de las veces, por un psicólogo, un educador y un trabajador social.

Estas familias suelen acudir como usuarias de los Servicios Sociales porque se da en el seno familiar alguno de los siguientes motivos:

– Maltrato en el seno familiar.
– Dificultades en el proceso de comunicación entre padres e hijos.
– Dificultades en las relaciones de pareja.
– Dificultades en el proceso educativo y/o desarrollo evolutivo de los hijos.
– Otras situaciones de crisis familiar.

En la intervención con estas familias se emplea muy a menudo la técnica de intervención conocida como Mediación y que, veremos más adelante.

1.2.2. Familias en situación de riesgo social

Familias que no disponen o tienen muy difícil el acceso normalizado a recursos tanto técnicos como materiales, por lo que su integración tanto social, educativa, como cultural y laboral es compleja, e incluso embarazosa en muchas ocasiones.

Dentro de este apartado podemos hacer referencia a las siguientes familias:

a) Familias de raza gitana:
Desde los servicios sociales el objetivo general en estos casos es favorecer procesos normalizados. Son familias usuarias de estos Servicios pero no de forma tan habitual como las que vamos a ver a continuación.

b) Familias con carencia de recursos personales, sociales o económicos:
Estas familias acuden a los Servicios Sociales ya que como consecuencia de la falta de recursos de diversa índole no pueden desarrollar y efectuar una vida independiente.

Los programas dirigidos a estas personas se centran básicamente en una metodología del trabajo social basada en la atención integral y personalizada. Esta atención se centra en itinerarios de escucha y vigilancia, acompañamiento e inclusión social.

c) Familias Inmigrantes:
Las familias de inmigrantes acuden a los Servicios Sociales para recibir información y asesoramiento en cuanto a recursos sociales.

El número de estas familias ha aumentado considerablemente y, podemos decir sin ningún tipo de sospecha, que actualmente son los usuarios más habituales. Normalmente son inmigrantes con problemas fundamentalmente económicos y que se encuentran en situación laboral y jurídica inestable.

En el caso de la inmigración, se está promoviendo desde los Servicios Sociales no sólo asesorar y prestar apoyo a las familias, sino que se está luchando como señal primordial, orientar también a los profesionales de la enseñanza de los centros educativos, debido a la escolarización en las aulas de alumnos inmigrantes, así como también a las familias de estos menores, no sólo desde los Servicios Sociales, sino también desde las propios Centros de Educación, a través por ejemplo, de las Escuelas de Padres y Madres.

Para qué acuden las familias inmigrantes a las instituciones sociales:

– Recibir información y asesoramiento de aquellos servicios que les permitan dotarse de las competencias mínimas necesarias para su desenvolvimiento en la sociedad de acogida, accediendo a los recursos normalizados en igualdad de condiciones y posibilidades que el resto de los sectores sociales.
– Ser dotados de espacios y servicios que puedan favorecerles en términos de dotación intercultural.
– Informarse de todo lo vinculado al ámbito laboral y social, y de las actividades de ocio a las que pueden acceder.
– También acuden a las instituciones sociales para recibir la información necesaria sobre permisos de residencia y trabajo, visados, autorizaciones, exenciones, contingentes, documentaciones, actuaciones en temas de vivienda, etc.

d) Familias con algún «caso» de drogodependencia:
Con estas familias los Servicios Sociales también juegan un importante papel, en cuanto que, desarrollan acciones en relación a las drogodependencias preferentemente de carácter preventivo en el ámbito comunitario, educativo y otros. Por ejemplo, suelen hacer mucho hincapié en lo relativo a:

– Proyectos de educación para la salud.
– Proyectos preventivos de intervención por barrios.
– Campamentos urbanos.
– Colaboración con programas y proyectos de iniciativa social en materia de drogodependencias.
– Investigación participativa.

Dentro del apartado de las familias en situación de riesgo social juega un papel muy importante lo que conocemos como ACOGIDA, sobre todo dirigida a inmigrantes y a «personas sin hogar». Los Servicios Sociales hacen todo lo posible por conseguir: alojamiento temporal de estas personas en albergues, ofrecer servicios auxiliares y complementarios, atención socio-sanitaria en los casos que lo requieran, etc.

1.2.3. Infancia

A las familias con menores también podemos considerarlas usuarias de los Servicios Sociales, ya que estos fomentan de muchas formas el desarrollo integral tanto del menor como de la familia, procurando la prevención, detección y atención de situaciones de riesgo, mediante intervenciones psicológicas, sociales, educativas, culturales y de ocio.

Existen Servicios Sociales específicos en esta área que facilitan la integración de los niños y adolescentes en sus grupos naturales de convivencia, con unas condiciones mínimas suficientes, que posibiliten su desarrollo personal y su integración social. Estos servicios también lo que pretenden es prevenir el maltrato, la delincuencia infantil y juvenil y, la marginación, y dar una atención adecuada a los niños que se encuentren en riesgo o desamparo.

Podemos destacar en este caso, el Programa de Intervención Familiar, pionero en España. Se trata de una medida de apoyo a las familias biológicas de los niños con expediente de protección al encontrarse en una situación de riesgo o desamparo. El objetivo es posibilitar que esos niños puedan vivir con su familia, por ser, generalmente, el entorno más adecuado para ellos, una vez que esté garantizada su seguridad e integridad básica y están cubiertas sus necesidades esenciales.

Los Servicios Sociales en el tema de menores, en resumen, aspiran y luchan por favorecer lo siguiente:

– Detección, valoración e intervención ante situaciones de desprotección de menores.
– Acceso a prestaciones sociales.
– Atención a la primera infancia. Apoyo a la familia, a través de concertación de plazas o concesión de ayudas para educación infantil (0 a 3 años).
– Integración de la iniciativa social en la intervención municipal en materia de menores.
– Sensibilización sobre los derechos de la infancia. Se da mucha importancia para fomentar, avivar e impulsar dichos derechos a las Escuelas de Padres y Madres, charlas, coloquios, etc.

1.2.4. Tercera Edad

Las personas mayores también son usuarios de los Servicios Sociales, y de los programas y actividades que se llevan a cabo o que se promueven a través de éstos.

Los Servicios Sociales se encargan de desarrollar y coordinar acciones de carácter preventivo, asistencial, rehabilitador, educativo, cultural, deportivo y de ocio específicas para las personas mayores, como por ejemplo:

– Atención descentralizada a mayores.
– Intervención socio-educativa grupal.
– Intervención con mayores dependientes y sus cuidadores.
– Información y sensibilización de la ciudadanía.

Las metas que se pretenden alcanzar, de forma general, tanto en unas zonas como en otras son:

– Facilitar un envejecimiento positivo mediante programas de prevención y de desarrollo personal.
– Potenciar la participación de las personas mayores en todos los ámbitos de la vida, con especial incidencia en las relaciones entre generaciones y en la promoción de actitudes solidarias hacia este colectivo.
– Favorecer la permanencia de las personas mayores en su entorno social, proporcionando los recursos comunitarios que les permitan mantener niveles adecuados de calidad de vida.
– Garantizar a las personas mayores un alojamiento digno y adaptado a sus necesidades, facilitando la atención residencial adecuada.

Los recursos que suelen emplearse para alcanzar estas metas son: recursos dependientes en el ámbito familiar y comunitario (ayuda a domicilio, teleasistencia, estancias diurnas, etc), recursos comunitarios de prevención, ocio, cultura y participación (por ejemplo, los centros de día) y recursos residenciales (para personas mayores con un nivel mayor de dependencia o cuando la atención de sus familias no es posible).

1.2.5. Discapacidad

Por último, es destacable también el colectivo de las personas discapacitadas, las cuales también son usuarias de los Servicios Sociales ya que estos, se encargan de desarrollar acciones orientadas a favorecer la integración de estas personas con discapacidad, contribuyendo a su normal desarrollo humano y social. Ofrecen:

– Ayudas individuales de minusválidos.
– Acceso a recursos especializados.
– Servicio de intérprete de lenguaje de signos.
– Integración comunitaria de las personas con discapacidad.
– Información a personas con discapacidad y sensibilización de la ciudadanía.
– Fomentar la participación de las personas con discapacidad.

Es habitual escuchar que las actuaciones dirigidas a las personas con discapacidad se desarrollen bajo los principios de «mejora de la calidad de vida», «promoción de la igualdad de oportunidades y accesibilidad», tres principios que se persiguen a través de estas instituciones, en colaboración, en la mayoría de los casos, con fundaciones o asociaciones de discapacitados.

Las actuaciones que hemos enumerado anteriormente inciden en todos los entornos sociales y atienden a las necesidades de las personas con discapacidad a lo largo de todo el ciclo vital, tanto prevención, educación, empleo e integración social.

2. ATENCIÓN A FAMILIAS DESDE LOS SERVICIOS SOCIALES

Desde los Servicios Sociales se atienden a diferentes colectivos, orientándose la atención que se ofrece a una dirección u otra dependiendo del caso presentado y la urgencia del mismo.

2.1. Niveles de atención en los Servicios Sociales

La organización de los Servicios Sociales es la que determina el uso de las prestaciones y ordena los recursos.

Podemos hablar de dos niveles de atención:

1. Atención Primaria: Es el primer contacto de los ciudadanos con los Servicios Sociales y el lugar por el que se entra en el sistema de protección. La atención primaria aborda las necesidades de forma inespecífica y generalizable a toda la población, encontrándose implantada en los municipios.

Vinculado a este primer nivel de atención cabe nombrar los Servicios Sociales Básicos, dirigidos a dar respuesta a las necesidades sociales de todos los ciudadanos y colectivos sin distinción, llegando a todos. Se prestan normalmente a través de los Centros de Acción Social (CEAS) que dependen de los Ayuntamientos de más de 20.000 habitantes o de las diputaciones provinciales para los municipios de menor población en el ámbito rural. Desde estos centros se ofrece información, asesoramiento o ayuda, tanto para acceder a los recursos sociales a los que uno tiene derecho, como para ofrecer una colaboración primaria en beneficio principalmente de colectivos desfavorecidos o familias en situación de exclusión social. Son servicios de carácter público.

2. Atención Especializada: Es una intervención social que necesita más recursos dada la complejidad de la demanda y la atención. Requiere de más recursos técnicos y se refiere a las intervenciones que van orientadas a la rehabilitación para la recuperación de la autonomía personal, o de ayudas con un fuerte componente sanitario o de centros asistenciales que precisen cuidados personales intensos.

Igual que en el caso de la atención primaria hemos descrito los llamados Servicios Sociales Primarios, cabe destacar, dentro de la atención especializada, los llamados Servicios Sociales Específicos, que son servicios organizados con el fin de facilitar una respuesta especializada a situaciones concretas de determinados colectivos, como los que hemos estudiado en el punto 1.2, o sectores de población con unas necesidades comunes que, por sus características o complejidad, precisan de unas prestaciones y recursos de este tipo de atención. Por ejemplo, son servicios de este tipo los centros de día y residenciales, los centros ocupacionales, centros para la protección de los niños, casas de acogida para transeúntes, indomiciliados, etc.

Son los servicios sociales básicos los que derivan la atención a los específicos, cuando aquellos no pueden prestar la atención directamente debido a las exigencias propias de la problemática o caso presentado.

Señalemos a continuación las características más relevantes del modelo de atención en la Comunidad de Madrid, a grandes rasgos:

– Los Servicios Sociales establecen un circuito único de acceso de los usuarios a través de la Unidad de «Primera Atención», garantizando una atención diaria ágil y eficaz.
– Aporta criterios para racionalizar el uso del tiempo y la distribución de tareas de los profesionales de los Centros.
– Sistematiza la metodología de intervención por medio de protocolos y criterios para la atención.
– Posibilita la comparación y evaluación de los resultados
Los usuarios acceden por la Unidad Administrativa, que realiza la canalización de casos urgentes y/ o nuevos. En ambos casos pasan a la Unidad de Trabajo Social (U.T.S) Primera Atención, que atiende diariamente. Los casos que no son nuevos son atendidos mediante cita por la Unidad de Trabajo Social de Zona (U.T.S – zona).

– Supuesto de intervención desde los Servicios Sociales:
Una familia compuesta por padre, madre y 5 hijos de etnia gitana viven en una chabola en la periferia de una gran ciudad; a dicha familia se la he concedido una vivienda social.

Los servicios sociales lo que pretenden primeramente es que los menores (de 2, 4, 6, 7 y 9 años) tengan cubiertas sus necesidades básicas. A fin de lograrlo, les conceden un servicio de Ayuda a domicilio consistente en que un auxiliar de ayuda que irá todos los días a su casa en las horas en las que los niños necesitan ser bañados y alimentados.

Los intereses de los Servicios Sociales y los del sistema familiar coinciden, no obstante debido a la forma de proceder de los Servicios Sociales se da un efecto disgregado, ya que la función de cuidado que debía ser ejercida por los padres, es ejercida por los Servicios Sociales, habida cuenta la incompetencia del sistema familiar en este caso.

Los Servicios Sociales reflexionan sobre cómo devolver competencia y aptitud al sistema familiar y, al mismo tiempo, luchan porque el interés de dichos servicios se viera satisfecho. Trabajan en equipo con la familia y desarrollan actividades como instruir a los padres en las habilidades necesarias para el correcto ejercicio de sus funciones, y ponderar el crecimiento familiar con la ayuda y el apoyo de otras instancias sociales que contribuyan a crear habilidades educativas, sociales y de autocuidado en la familia, generando una red de apoyo social más extensa que la en la actualidad poseen.

PATOLOGÍAS FAMILIARES Y POLÍTICA DE AYUDA A LA FAMILIA

Patologías familiares

Los inconvenientes y ventajas de la familia como institución, su oportunidad y sus disfunciones de la vida social, suelen plantearse con independencia de la normalidad o anomalía de su funcionamiento interno. Ahora bien, hay casos en que la familia, por un mal enfoque de sus funciones y una mala actuación de sus miembros, genera en su seno unos problemas que, a la fuerza, puede que repercutan también en la sociedad.

El conflicto

Donde hay relaciones humanas hay conflicto. Y cuanto más estrechas son esas relaciones, más difíciles resultan y, por lo mismo, más reiterativo y más intenso puede ser el conflicto. Es frecuente que este estalle en el seno de la familia. Dentro de una familia se pueden dar tres tipos de conflictos, a tener muy en cuenta por el Educador, en el momento de su intervención:

a) Conflicto juvenil: Establecido entre hijos y padres, que tiene que ver con el ejercicio de la autoridad paterna y, otras veces, con una falta de oportunidades profesionales para los jóvenes, cosa que les impide dejar el hogar paterno en un momento en que la dilatada permanencia en el mismo engendrará inevitables tensiones.

b) Conflicto femenino: Por cuestiones de la distribución del poder y del trabajo entre varones y mujeres dentro del hogar; se da especialmente cuando hay madres jóvenes a quienes resulta difícil compaginar su vida de trabajo externo con sus labores en el hogar.

c) Conflicto con la tercera edad: Con ocasión de la presencia de personas mayores en el hogar; ahora bien, este conflicto no es causado por el envejecimiento, sino por una sociedad y unos hijos que no saben encontrar solución al problema y lo que hacen es apartar a las personas mayores.

Vamos a prestar mayor atención al segundo de los conflictos, que suele ser el más frecuente y el que reviste mayor gravedad. Proviene de las tensiones de rol y de estatus que se crean entre hombre y mujer dentro del matrimonio o pareja. Ya biológicamente la relación sexual macho-hembra supone una inversión que para la hembra resulta más costosa. Por otro lado, la madre viene más sujeta a la cría de la prole, con lo cual el macho queda más libre para la función de fecundar nuevas hembras. Paralela y analógicamente, también en la especie humana la mujer ha de hacer una mayor inversión que el hombre en la vida sexual. Una consecuencia es la «hipergamia», concepto que explica la práctica femenina de emparejarse con hombres de mayor calidad, prestigio o estatus que la mujer. En todo caso queda patente que en el emparejamiento humano suele haber alguna desigualdad, que trata de solucionarse con algún tipo de estrategia de compensación, hasta el punto de que se llega a decir que «en el caso de las mujeres , su mayor pobreza con respecto a los hombres y su conducta de capitulación en la vida familiar no indican más que una escasa capacidad de negociación con los hombres y una deficiente conducta de salvaguardia». Pero también podemos ver que tal juicio es parcial, pues olvida tanto las causas sociales del hecho como el deber que tiene el hombre de contraer matrimonio con una actitud no sólo de justicia sino también de benevolencia con respecto a su pareja.

Las tensiones dentro del hogar ponen a prueba el grado de madurez de sus diversos miembros, pues es únicamente ésta la que permite superar aquellos conflictos de un modo positivo. Mas, como la madurez humana es un bien escaso, a menudo hay personas que no la tienen y, entonces, el conflicto estalla entre ellas de un modo agresivo. Y esta agresividad engendra, en los casos más negativos, el triste fenómeno que conocemos como violencia doméstica.

Violencia doméstica

Dicha patología comprende los malos tratos entre cónyuges, a menores y a ancianos dentro de la familia. Esa violencia puede ser física, psíquica y sexual. Uno de los principales problemas de este tema, para su tratamiento, es el desconocimiento que hay del mismo, porque a menudo los que sufren maltrato familiar no tienen la posibilidad o la valentía de denunciarlo. Esa violencia existe en todas las clases sociales, pero aflora más frecuentemente en las clases sociales más desfavorecidas.

«Los estudios consultados revelan que la violencia se transmite de generación en generación; de las agresiones familiares nacen agresores o víctimas (…) Una nota típica de hombres agresores es la creencia de tener el derecho de controlar a sus mujeres, por lo que utilizan la violencia como un mecanismo de ese control. Un elemento común en las mujeres víctimas de malos tratos es el largo tiempo que los soportan».

Podemos hablar de dos tipos de violencia familiar:

a) Violencia-agresión (o violencia simétrica), en la cual la persona agredida es agresora a su vez, y así las disputas se van sucediendo tras periodos de calma.

b) Violencia-castigo (o violencia asimétrica), en la cual la violencia toma la forma de castigo de una persona hacia otra de menor categoría (por ejemplo, negligencia, torturas o falta de cuidados). En este tipo de violencia no hay pausa; el que la inflige la considera como un derecho personal, y el que la recibe tiene baja autoestima, por lo que dicha violencia suele permanecer oculta; el causante de dicha violencia no suele tener sentimiento de culpabilidad.

Se habla de un ciclo de violencia doméstica, pues dicha violencia (sobre todo entre la pareja) suele pasar por varias fases sucesivas:

– 1ª fase: Las tensiones se construyen a partir de pequeños incidentes o conflictos, que ocasionan frustraciones

– 2ª fase: El agresor pasa a la acción con agresiones de determinado tipo.

– 3ª fase: De calma. El agresor intenta mostrarse cariñoso con la persona agredida, consiguiendo así mantener su relación personal con ella; pero este periodo de tranquilidad se rompe ante una nueva situación tensa que favorecerá la reaparición de la conducta agresiva, con lo cual el ciclo volverá a empezar.

La superación de estos problemas de la familia, u otros, no puede ni debe venir desde fuera, sino que ha de ser a través de los propios individuos que la componen. En el fondo son problemas de relación, y sólo mejorando esa relación podrán solucionarse.

Política de ayuda a la familia

En el interior de la unidad familiar pueden plantearse dilemas como el de si los padres han de sacrificar su comodidad a asegurar la de sus hijos, o el de si estos, cuando tienen los padres ya ancianos, han de sacrificar a los mismos su éxito profesional, conyugal o paternal. La solución de esos dilemas depende del tipo de inserción que la familia tenga en la estructura social:

– Con un nivel medio de recursos externos, la conducta de sus miembros será elástica, es decir, se adaptará a los cambios ambientales del contexto socioeconómico.

– Si el nivel de recursos de la familia es superior a un cierto umbral de riqueza o bien inferior a un determinado umbral de pobreza, en tal caso ya no hay elasticidad ni dilema, sino sólo rigidez familiar.

La rigidez impide reaccionar positivamente a los conflictos, que sólo pueden resolverse poniendo en juego una notable capacidad de adaptación. La flexibilidad, pues, es una garantía del éxito del buen funcionamiento de la familia y, por lo visto, está condicionada también a las posibilidades económicas de ésta. Por tal motivo la sociedad, que conoce la importancia en ella de la familia, cuida a ésta para que como institución se mantenga en un buen equilibrio, y procurar hacer una buena política de ayuda social a las familias.

Dicha política comienza ya por orientar a las familias en el crecimiento que se espera de ellas, en vistas al equilibrio social de diverso tipo. Cuando ha habido necesidad de un aumento de la población, el Estado alienta la aparición de familias numerosas; en otros casos lo que hace es aconsejar la limitación de nacimientos; a menudo se ha aconsejado la tendencia al «crecimiento cero» de la familia, consistente en que cada pareja tenga únicamente dos hijos.

De todos modos no actuaría bien el Estado que en esto presionara demasiado a sus ciudadanos, en vez de ayudarles a usar bien de su libertad y responsabilidad individuales. Ya lo dice I.  Alberdi (1995): «es preciso reconocer que unas relaciones familiares basadas en el libre consentimiento de sus miembros, que las ante programan a voluntad, como las modernas, son mucho más relacionales que las premodernas, basadas en la coacción o en la necesidad, puesto que permiten mucho mayor margen de maniobra a la hora de elegir mantenerlas, revocarlas o intentar modificarlas, en función de la mucha mayor variedad de alternativas que existen para ellas; este incremento de la libertad de elección racional en materia de comportamiento familiar resulta esencial».

Todos los socialistas utópicos (Platón, Campanella, Owen) han proyectado la reforma o, más aún, la supresión de la familia en la sociedad: pero uno sólo que realmente la efectuó (Lenin, en la Rusia comunista) acabó con ello en el más estruendoso fracaso, hasta el punto de que su sucesor (Stalin) tuvo que hacer marcha atrás y volver a recomendar la familia tradicional, pues, aunque las intenciones eran buenas (eliminar el patriarcalismo, emancipar a los hijos y liberación de la mujer), la familia parece ser una institución natural cuyos cambios han de ser producidos por los cambios de la naturaleza misma, es decir, de la propia sociedad en su evolución histórica.

No podemos olvidarnos de hacer mención a la intervención pública del Estado, ya que está para regular la sociedad de tal modo que logre sus fines, por encima de las dificultades o problemas que dificultan ese propósito. En este sentido, el Estado sin forzar totalmente a la familia ni imponerle fines alíenos a la misma, la coaccionará en cuanto haga falta para que llegue a cumplir con los fines de ella, pese a los obstáculos que se interpongan.

Entendemos, pues, que una buena política familiar es necesaria, en la medida en que la sociedad humana no se halla en una situación ideal en la que la consecución de sus fines se logra de un modo fácil y espontáneo. La única condición requerida es que tal intervención se haga democráticamente, es decir, no sólo respetando los intereses de los individuos, sino haciendo que estos participen en las medidas reguladoras que se tomen.

 

 

 

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